(Por Diego Favot, enviado especial a Toronto)
Sentarse a orillas de un lago, con aguas transparentes y el sol posando suavemente sus rayos sobre la piel, no tiene precio. Y no es una publicidad de una tarjeta de crédito. Es lo que se siente a unas pocas horas de Toronto si tenés la posibilidad de ir un poco más allá de la gran ciudad.
Toronto es una ciudad cosmopolita donde el 70% de sus habitantes son extranjeros o descienden de inmigrantes. Una ciudad que los recibe con los brazos abiertos, de la misma forma que lo hizo con los invitados que han venido a presenciar, trabajar o competir en los Juegos Panamericanos.
Aquí en Toronto las cosas funcionan, tanto es así que me parece otro mundo, un mundo ideal que en Argentina no conocemos. ¿Hay que venir aquí para darse cuenta que con respeto a las reglas y a los demás se podría vivir mucho mejor? Pareciera que sí, aunque por supuesto que no existe el mundo ideal. También hay alguna ocasión de robo o hay gente que rompe las reglas, sin dudas. Pero créanme que eso se castiga y no la dejan pasar, y es por eso mismo que la mayoría de la gente respeta las reglas.
Todo eso lo vivimos a diario en estos Juegos Panamericanos, ya que casi nunca hacen excepciones. Si tenés algún problema te van a ayudar e intentarán solucionarlo, pero nada de ir por encima de lo que está escrito. Y eso nos molesta, seguro, ya que estamos acostumbrados a las excepciones y a que todo se conversa y de esa manera podemos amoldar las reglas a nuestra necesidad. Aquí no es así, y es la forma en que todo funciona en igualdad de condiciones para todos.
En las autopistas no hay cabinas de peajes. Los autos tienen un sensor que es detectado y con eso cada vez que pasas por un punto de cobro de peaje, sentís un “pip” y te cobró el peaje. Y si no tenés ese aparatito en el auto, te detectan la matrícula y te mandan un mensaje de voz a tu teléfono diciendo que tenés que pagar el peaje. Y ya tenes la deuda, que si no pagás no podrás renovar la licencia del auto y tu licencia para el próximo año, eso si no te encuentran antes y te sacan el auto por no pagar los peajes. Es decir, te tienen cercado, te buscan y te encuentran. Entonces, no es conveniente salirte de las reglas y hacer cosas fuera de la ley, porque tarde o temprano y en poco tiempo te agarran y pagás mucho más por lo que no cumpliste.
Por eso en Toronto sentirse seguro es lo cotidiano. Puedes caminar con la cámara de fotos a la vista o andar solo en la madrugada que aun así te sentirás seguro. Nadie molesta a nadie, las mujeres salen solas, incluso por la noche y nadie les dice nada. Pueden ir vestidas de fiesta o ligeras de ropa e insinuando bastante que no se las molesta, me atrevería a decir que ni siquiera alguien pasado de copas.
La sociedad canadiense tiene una cultura de respeto que no he visto en otros lados. Quizás porque hay controles y las penas son duras, no hay que pensar que son unos santos, pero está claro que esta forma de vivir hace que la vida se disfrute y sea mucho más relajada.
Casi tan relajada como estar sentado a orillas de un lago de aguas transparentes, rodeado de bosques de pinos, con una copa de vino escuchando el cantar de unas aves llamadas “loons”, mientras una tranquila brisa que viene del lago se lleva los rayos del sol que suavemente acarician la piel.
Diego Favot – Interbasquet
Categorías:Panamericanos
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